A partir de haber introducido en nuestro país la actividad del Counseling y la denominación del “Counselor”, trataré de aclarar la concepción y su funcionalidad en el ejercicio profesional.
Aportaré cierta cantidad de citas de distintos autores, para que aparezca la realidad estudiada desde distintos ángulos (algo así como una expresión "cubista" ).
Querría hacer una precisión. Cuando en 1981 instauré esta modalidad (cfr. mi artículo "Historia del Counseling en la Argentina" en el Nº 4 de esta publicación) conocida como "Counseling" y su agente como “counselor”, creo que cometí, dada la novedad que implicaba, el error de conservar las denominaciones inglesas. Hoy preferiría que se hablara de “consulta psicológica” y de “consultor psicológico”. Pienso que esto obviaría el extranjerismo de esas palabras y haría más clara la oferta a la cual pueden acudir los consultantes. Términos como “asesor” (demasiado ligado al medio empresarial y al de la función pública) y el de “orientador” (que resuma un aire directivo si bien son usados en otros países como México o España, no me resultan satisfactorios.
Hablar de “consulta psicológica” implica para el consultante la sensación (exacta) de no acudir un profesional de la clínica psicológica, lo cual también es exacto.
Acentúa el aspecto de normalidad y de crisis.
Desearía aquí hacer unas citas de uno de los más prestigiosos psiquiatras franceses: el Dr. Eugene Minhowski fallecido hace pocos años. Célebre por mis trabajos sobre psicopatología fenomenológica:
“A partir del sufrimiento humano se abre a nosotros el aspecto “pático” (y no patológico) de la existencia. Ese "pático” la atraviesa totalmente desde el fondo, la marca, la hace humana.
Este aspecto “pático” de la existencia atraviesa la vida humana y, en ese sentido, por su parte la funda. Y si el sufrimiento humano nos revela el aspecto más sobresaliente, el más dramático y el más vivo, se encuentra bajo una forma menos
“honorable”, si puedo expresarme así, hasta en las manifestaciones de ansiedad, lo mismo que en las pequeñas reacciones fóbicas u obsesivas que tan frecuentemente hallamos en nuestro camino. Las mismas derivan de nuestra condición humana y demandan ser apreciadas bajo este ángulo”
“Es toda la organización de la vida humana lo que está en cuestión. Lo que acaba de ser dicho pone en evidencia la necesidad de revisar la extensión desmesurada dada hoy día a la noción de neurosis y, más aún, a la de “mecanismos neuróticos”. De tal extensión procede también esta saturación sobre la gran arena de la vida, de la atmósfera de “patologismo”, de la cual ya hemos hablado.
La línea de demarcación entre lo patológico y lo normal, o mejor de lo no-mórbido, debe partir no de una idea de lo llamado normal, casos rarísimos que, en el fondo, nunca existen, y tampoco son de desear. Sino más bien orientarse en sentido inverso, es decir, en el sentido de la organización real de nuestra vida consciente con todas sus fallas, todas sus debilidades, todos los factores menores, y en parte parásitos, que la misma implican y que le dan su sello verdadero.
En otros términos, para decirlo una vez más, lo que procede no de lo patológico sino de los pático . Neurotismo moral, si así lo queremos, pero sobre todo neurotismo normal.
Allí se encuentran trazados los límites para las actividades psicoterapéuticas intempestivas e inútiles. Parece necesario dar marcha atrás de modo de remediar la sobresaturación del patologismo del cual hemos hablado y que vicia la atmósfera. Los datos inmediatos, y en particular aquellos que tienen relación con la organización de nuestra existencia humana, no pueden ser dejados de lado.
A veces uno no puede evitar decirse que hemos perdido contacto con esa inmediatez y así sólo la vemos a través de las doctrinas, los esquemas las interpretaciones ( “Traité de Psychopatologie”).
Estas valiosas palabras me parecen claras y clarividentes.
Un consultor psicológico tiene como objeto relacional no lo patológico sino lo pático de su cliente. Esta distinción meridiana debiera tranquilizar y ubicar a muchos consultores hoy desorientados en su profesión.
Ocuparse del “pathos” común y diverso de la vida humana es una nobilísima tarea. Entiendo aquí “pathos” como sufrimiento común del ser humano. Esto implica para el consultor psicológico mucho más que teorías y técnicas psicológicas. Necesaria es la conciencia profunda de sus sufrimientos y los de aquellos que lo rodean.
En este aspecto la frecuentación de autores clásicos (Montaigne Dostoievsky o Chejov por sólo ejemplo), de obras literarias, teatrales y cinematográficas son un aspecto formativo fundamental.
Las mismas nos refieren generalmente a lo “pático” del existir humano social e individual.
Pienso además que el texto de Minkowski tiene una afinidad con el pensamiento y la propuesta de Carl Rogers, que este último reconocería fácilmente.
Se me ocurre también que la dificultad que graduados y estudiantes alegan respecto de la ambigüedad de su función tiene que ver con cierto prejuicio cultural y social. En tal sentido se trataría de una inhibición afectiva que oscurecería la percepción racional. Según esto, lo valorado en sí, lo estimado socialmente, lo efectivo psicológicamente, es solo todo aquello referible a lo psicopatológico y por lo tanto al hacer del psicólogo clínico. Ser, por lo tanto, un consultor psicológico, es “ser menos”, hallarse en una tarea de segunda categoría…¡como el sufrimiento humano común fuera algo “de segunda”!...
Resumen del Texto: ¿Qué es el counseling? Por el profesor Manuel F Artiles.
¡Bienvenidos! Este es un espacio creado pura y explusivamente para que me acompañes a viajar por nuestro interior y descrubrir, solo descubrir...lo demas viene solo. Vamos??
domingo, 23 de mayo de 2010
sábado, 22 de mayo de 2010
La función del consultor

Creo que el campo de trabajo habitual del consultor psicológico se sitúa precisamente en las áreas conflictuadas de la personalidad normal o "pática" ya se trate del individuo, la familia, los pequeños grupos o las instituciones. Y creo también que el instrumento por excelencia para su tratamiento es el «Enfoque Centrado en la persona» de Carl Rogers sin aditamentos eclécticos que confunden y oscurecen la tarea y la teoría. Esta es mi convicción. Sobre este punto, dado que no puedo extenderme más, me limitaré a citar distintos autores que han trabajado el tema.
Agregaré, eso sí, que el campo del consultor tiene un nombre: la Higiología en cuanto estudio y tratamiento de las personas normales, etc., y la prevención de las dificultades emocionales severas o patológicas. Al comienzo de este trabajo ofrecí mi definición de «Counseling», ahora agrego las siguientes:
1) Shertzer y Stone (U.S.A.) lo ven como: “los esfuerzos en la interacción con otra persona, para contribuir al mejoramiento de esta segunda, de un modo positivo y que facilite su adaptación”.
- es contribuir a que otros comprendan, modifiquen o enriquezcan su conducta, de modo que se produzca una evolución (de conducta-actitudes-ideas-respuestas y necesidades).
- no concibe a los individuos como “problemas de conducta” sino como personas que tratan de descubrir el sentido de la vida, que buscan sentirse cómodas consigo mismas y con los demás, respondiendo productivamente a las exigencias del vivir” (Manual para el asesoramiento psicológico (Counseling)» - Ed. Paidós).
2) Universidad de Columbia (doctorado en «Counseling»): “método psicológico referido típicamente al cuidado de las personas normales, en las que determinados problemas han producido perturbaciones
3) Elvira Repetto (España); proceso de ayuda a un sujeto para que, conociéndose a sí mismo y a la realidad en que vive, sepa hacer elecciones prudentes y se comprometa con las decisiones tomadas, de tal modo que logre la integración de su personalidad y el cambio requerido en su conducta, su efectividad como ser humano y su maduración como persona. (“La personalización en la relación orientadora").
4) Gilbert Rapaille (Francia): “Yo estoy frente a mi interlocutor. Si puedo encontrarme con él a través de nuestra relación, se producirá una modificación que lo ayudará, que lo hará más consciente de sus motivaciones y lo liará suficientemente creativo dándole bastante seguridad como para que no tenga miedo de partir en dirección desconocida y descubrir algo nuevo.”
5) Charles Curran(USA.): “Una relación definida en la cual, por medio de la comprehensión empática del consultor y de respuestas precisas, una persona pasa revista objetivamente a los factores del pasado y del presente que confluyen en sus confusiones y conflictos personales presentes y que al mismo tiempo reorganiza sus reacciones emocionales” («Counseling» - Ed. Sal Terrace).
6) Anne Anastasi (USA.): (el counseling): “procura capacitar al individuo para que utilice sus recursos presentes con mayor eficacia en la resolución de problemas readaptar con un mínimo de cambios en la personalidad, antes que indagar en las fuentes de ansiedades y conflictos; se centra en proespecíficos que interfieren el funcionamiento eficaz la toma de decisiones y los planes respecto (le los cursos en acción; no busca que se logre el insight en todos los conflictos emocionales; se centra en los aspectos de la persona que deben ser desarrollados; busca los aspectos normales que se encuentran aún en las personalidades anormales, se interesa en el desarrollo positivo y la prevención; trabaja con personas cercanas a lo normal con dificultades menores de personalidad con personas cuyo nivel de ansiedad interfiere y quebranta, pero no incapacita o desintegra Ia personalidad; requiere menos tiempo que la psicoterapia”. (“Psicología aplicada” - T5 - Ed. Kapeluz).
Espero haber sembrado aquí semillas fecundas de reflexión y clarificación. Para concluir, recuerde el consultor psicológico que su tarea está referida a lo «pático» de la existencia a lo patológico. Cumplir esa tarea lúcida y eficazmente exige una profundización en sí mismo y un adecuado uso de los recursos que Carl Rogers, por ejemplo nos ofrece. La meta del esfuerzo vale realmente la pena, puesto que se trata del ser humano en sus crisis y su angustia cotidiana, es decir, de todos nosotros.
Profesor Manuel F. Artiles
domingo, 2 de mayo de 2010
Inteligencia emocional

La inteligencia emocional es la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos. El término fue popularizado por Daniel Goleman, con su célebre libro: Emotional Intelligence, publicado en 1995. Goleman estima que la inteligencia emocional se puede organizar en cinco capacidades: conocer las emociones y sentimientos propios, manejarlos, reconocerlos, crear la propia motivación, y gestionar las relaciones.
Orígenes del concepto
El uso más lejano de un concepto similar al de inteligencia emocional se remonta a Charles Darwin, que indicó en sus trabajos la importancia de la expresión emocional para la supervivencia y la adaptación. Aunque las definiciones tradicionales de inteligencia hacen hincapié en los aspectos cognitivos, tales como la memoria y la capacidad de resolver problemas, varios influyentes investigadores en el ámbito del estudio de la inteligencia comienzan a reconocer la importancia de la ausencia de aspectos cognitivos. Thorndike, en 1920, utilizó el término inteligencia social para describir la habilidad de comprender y motivar a otras personas.[1] David Wechsler en 1940, describe la influencia de factores no intelectivos sobre el comportamiento inteligente, y sostiene, además, que nuestros modelos de inteligencia no serán completos hasta que no puedan describir adecuadamente estos factores.
En 1983, Howard Gardner, en su Teoría de las inteligencias múltiples Frames of Mind: The Theory of Multiple Intelligences introdujo la idea de incluir tanto la inteligencia interpersonal (la capacidad para comprender las intenciones, motivaciones y deseos de otras personas) y la inteligencia intrapersonal (la capacidad para comprenderse uno mismo, apreciar los sentimientos, temores y motivaciones propios). Para Gardner, los indicadores de inteligencia, como el CI, no explican plenamente la capacidad cognitiva. Por lo tanto, aunque los nombres dados al concepto han variado, existe una creencia común de que las definiciones tradicionales de inteligencia no dan una explicación exhaustiva de sus características.
El primer uso del término inteligencia emocional generalmente es atribuido a Wayne Payne, citado en su tesis doctoral: Un estudio de las emociones: El desarrollo de la inteligencia emocional, de 1985. Sin embargo, el término "inteligencia emocional" había aparecido antes en textos de Leuner (1966). Greenspan también presentó en 1989 un modelo de IE, seguido por Salovey y Mayer (1990) y Goleman (1995).
y relevancia de las emociones en los resultados del trabajo, la investigación sobre el tema siguió ganando impulso, pero no fue hasta la publicación del célebre libro de Daniel Goleman: Inteligencia Emocional: ¿Por qué puede importar más que el concepto de cociente intelectual?, que se convirtió en muy popular.Un relevante artículo de Nancy Gibbs en la revista Time, en 1995, del libro de Goleman fue el primer medio de comunicación interesado en la IE. Posteriormente, los artículos de la IE comenzaron a aparecer cada vez con mayor frecuencia a través de una amplia gama de entidades académicas y puntos de venta populares.
En 2010 Alejandro Vega un joven malagueño, lleva el mundo de las emociones hasta las más altas cotas de la sociedad, mostrándolas de una forma nunca vista hasta entonces. En su libro "DICEDIR SABER VIVIR" expone todos estos contenidos de forma vivencial, nos habla desde el cerebro hasta sus manifestaciones en diferentes culturas y religiones.
Para comprender el gran poder de las emociones sobre la mente pensante —y la causa del frecuente conflicto existente entre los sentimientos y la razón— debemos considerar la forma en que ha evolucionado el cerebro.
La región más primitiva del cerebro es el tronco encefálico, que regula las funciones vitales básicas, como la respiración o el metabolismo, y lo compartimos con todas aquellas especies que disponen de sistema nervioso, aunque sea muy rudimentario. De este cerebro primitivo emergieron los centros emocionales que, millones de años más tarde, dieron lugar al cerebro pensante: el neocórtex. El hecho de que el cerebro emocional sea muy anterior al racional y que éste sea una derivación de aquél, revela con claridad las auténticas relaciones existentes entre el pensamiento y el sentimiento.
El neocórtex permite un aumento de la sutileza y la complejidad de la vida emocional, aunque no gobierna la totalidad de la vida emocional porque, en estos asuntos, delega su cometido en el sistema límbico. Esto es lo que confiere a los centros de la emoción un poder extraordinario para influir en el funcionamiento global del cerebro, incluyendo a los centros del pensamiento.
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